Diego no conocia la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcazaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló antes sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, q el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
- ¡Ayudame a mirar!
" Eduardo Galeano "
Y yo quisiera q aquel niño me enseñara a mirar como el
martes, 30 de octubre de 2007
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2 comentarios:
grandes parajes culturales se encuantra uno por aqui, por el Limbo, como le nombra su autor, su Dante Alighieri
ese moyo, q onda q dices si echamos una par de chelas el viernes!!
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